José María Fernández

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José Mª Fernández Rodríguez nació en Antequera el 25 de octubre de 1881, en el nº 8 de la Calle Estepa. El destino quiso que ese mismo día, mes y año naciera en Málaga otro pintor, Pablo Picasso. José Mª Fernández era de familia acomodada y fue discípulo del pintor Joaquín Martínez de la Vega. Comenzando el siglo XX salió de Antequera y viajó a Barcelona. Desde allí realizó diversos viajes por las más importantes ciudades europeas, impregnadas en esta época por el espíritu simbolista e ideista, así visitó París, Londres, Bruselas y Génova. Allí respiró los nuevos aires del Modernismo y de los nuevos estilos pictóricos y artísticos. De vuelta a Barcelona, se casa en 1908 con Rosario Oltra, poco después nace su primer hijo, Emilio. Durante esta etapa se ve inmerso en el espíritu cosmopolita de la Barcelona finisecular. Se trasladó a Madrid en 1910 y nació su segundo hijo José María. Un año después se trasladó a Málaga y finalmente en 1913 regresó a Antequera. A partir de ese momento el destino se cebó con el pintor y las desgracias económicas, familiares y profesionales se presentaron una tras otra, como si se hubieran confabulado para conformar su destino trágico. El pintor afrontó estas desgracias con estoicismo y resignación, como quien soporta lo que no podía ser de otra forma. Fernández intentó integrarse en la vida cultural de Antequera, aunque sin protagonismo. En 1914 nacía su tercer hijo, una niña, María Dolores. Comienza una etapa de intensa actividad creadora, que se combina con una labor altruista por y para Antequera. Intenta elevar el nivel cultural y sacar a la luz el poco valorado y riquísimo patrimonio cultural antequerano. Lucha contra la desidia administrativa de la Antequera de entonces y contra la ignorancia de las autoridades locales. En 1917 nace su cuarto hijo Leocadio y se enfrenta a su primer trago amargo, pues tras una penosa enfermedad muere su esposa Rosario. Cuatro meses después de la madre murió Leocadio. Fernández lucha por superar este sino trágico, pero el destino mueve ficha y en el invierno de 1925 murió Emilio, en 1930 Dolores y el verano de 1933 fallece el hijo que le quedaba, José María. Abatido y desesperado acepta un destino, el suyo, que destruye todo lo que ama, todo lo que le rodea y todo lo que toca, es como un don de Midas letal. El dolor que siente es a veces expresado en sus cartas: …”No he de intentar expresar mi dolor, que Vd podrá medir considerando que este hijo constituía él solo toda mi familia y todos mis afectos y esperanzas. Puede usted figurarse mi desconsuelo y la espantosa soledad en la que he quedado. Soledad absoluta, pues bien conoce usted la aspereza y tosquedad de estos pueblos, en los cuales vive uno, forzosamente, aislado y aparte si no marcha con el rebaño. Tal islamiento puede ser hasta grato cuando se tiene el dulce calor del hogar donde refugiarse, ero si éste queda totalmente destruido por la muerte, como en mi caso, la vida se hace horrible e insoportable. (1933) Trabajó como archivero y cronista de la ciudad, y fue pionero en la valoración del barroco antequerano. Realizó el proyecto de restauración del Arco de Granada, diseñó la vidriera del cuerpo superior de la Caja de Ahorros de Antequera, consiguió que se declarase monumento artístico la Cueva de Menga. Consiguió recuperar la Colegiata de Santa María del abandono en que se hallaba. El 12 de octubre de 1947 murió a los 66 años rodeado de escasos amigos. Dejaba atrás muchos sufrimientos y desilusiones que le habían hecho verter duras críticas contra la ciudad que amaba y que tantas veces le había dado la espalda. En su testamento, en un último gesto de amor a su ciudad, el artista legó sus obras al pueblo de Antequera, en palabras suyas: …”El único amor que me ha quedado ha sido el de Antequera, a la que he consagrado los mayores esfuerzos y desvelos de mi vida: en reconocimiento de este cariño, lego todos mis bienes a la ciudad.”
BIBLIOGRAFÍA
BELÉN RUIZ GARRIDO “José Mª Fernández. Semblanza de una vida dedicada al arte” Revista de estudios
antequeranos 10, 1997